Continuamente la suerte no te va a mirar de reojo, o mejor dicho, no siempre la estrella te va esquivar. El Juvenil A se sacudió con goles el dolor de cabeza de sufrir en cada partido, el dolor de espalda por lo concedido y lo perdonado, y la jaqueca de los malos resultados, esa confusión que daña la autoestima cuando terminas un partido perdiendo y sabiendo que has sido mejor. Algunos ventajistas podrán zurrar al Yuncos, decir que es una banda, que son muy malos, pero se equivocan totalmente, porque aún conscientes de su situación en la tabla clasificatoria lucharon, fueron valientes, no bajaron los brazos ni siquiera en la recta final del partido, cuando perdían 8-1, resultado final. Otros equipos estrella han rascado puntos aquí con menos gallardía de lo que lo hicieron ayer los amarillos. Gallego metió tres, Ayoub dos, Alex, Javi y Ponce el resto de los goles. Tres puntos, que deberemos hacer buenos si salimos airosos de los 9 minutos que debemos jugar contra el Tomelloso, partido suspendido en el minuto 81 de juego, por la desgraciada jugada donde Guillermo, jugador tomellosero se golpeó brutalmente con su cabeza contra un muro. Nosotros solidarios con sus compañeros llorando dimos el partido por finalizado, creyendo que era lo mejor. Pero ahora su presidente, su directiva, quieren jugar los nueve minutos, sin tener en cuenta que nuestro entrenador y la madre de nuestro portero Marcos salvaron prácticamente la vida de su jugador. Nueve minutos de una vida, que deben ser de gratitud, se dé el resultado que se dé, señor presidente, estimada directiva. En el fútbol existen los rivales deportivos, y sobran los desagradecidos aprovechados.
Donde había plomo en las botas, ayer brotaron alas. El Cadete B voló con y sin balón, tal vez espoleado por lo que se juegan todos de aquí hasta el final, mirando al futuro, mostrando su carácter y actitud, y demostrando que al rival se le invita si hace falta a comer, eso sí, después del partido. Su juego mezcla de nobleza y agresividad se llevó por delante al Sonseca, al que goleó 7-0, asaltando con juego y goles su casa, y resguardando la suya propia con la liturgia que corresponde, mediante nuestra defensa y Sergio Sanjosé, portero, que estuvo formidable, enorme, y prestó con sus paradas la confianza que necesitaba el equipo. La felicidad se mezcló con el alivio que otorga superar y enterrar fantasmas, gracias a los tres puntos de ayer, vía goles de David Nogales, Sergio Fernández, Carlos Sánchez, Rafa Cano, Marcos Pleite y Pablo Benito (2), y gracias a la aportación del resto, Tomás, Diego, Carlos Alvarez, Santurde, Sevilla, Andrés, Espinosa, Dani López y Rubio. Este impulso debe ser útil para conectarnos con la realidad, aceptar que el triunfo fue natural y pese a la goleada, nada sencillo. Porque se corrió y se luchó, y porque se exhibió ante todo una imagen ordenada y formal, y ante todo una solidaridad a la hora de gritar los goles.
El triunfo del Cadete C no fue sencillo, se empezó cuesta arriba en el marcador, perdiendo, sin ningún demérito, cosas del fútbol. Hubo reacción para acortar diferencias y alcanzaron el triunfo con ese carácter que les llega a estos chicos desde la experiencia de su ilustrador, Gonzalo, que inyecta la sangre necesaria para voltear adversidades, soluciones que remontan partidos, como el de ayer, 2-3 ante el Toledo B. Ese espíritu desatado fue clave en la victoria, que se consiguió a través de los goles de Adrián Izquierdo (2) y Víctor Toledano, ejemplo de humildad y superación, que consiguió ese gol como merece su grandeza, alejado de engreimientos y excentridades.
La jornada dio para mucho más, pero cada semana nos faltan halagos y espacio para premiar a todos. Lo que sí nos da es para estar orgullosos de una Escuela, de Fútbol, llamada Odelot Toletum. Un placer escribir cada semana sobre esta gran Familia.