No pudimos dedicarle la victoria a Pablo, nuestro benjamín fallecido el viernes, por el que guardamos un minuto de silencio respetuoso antes del partido, estando en los corazones de ambos equipos. Ahora, el partido. Creer en lo que hacemos es el camino, aplicar los entrenamientos a los partidos debe ser la vía. El Juvenil A perdió 3-1, nuestro gol de Rubén, ante el Toledo porque el rival nos superó en intensidad en las zonas más comprometidas del terreno de juego, pérdidas de balón y equipo descolocado defensivamente, uno, dos y tres, en veinte minutos. En los segundos del primer tiempo, se nos fue el buen hacer de los veinte primeros donde fuimos superiores si nos referimos al control del balón. No hay que restar méritos a los verdes porque los tres regalos los aprovecharon perfectamente. Entre los tres goles de ellos, tuvimos nosotros también tres claros, pero no los aprovechamos. El segundo tiempo fue un dominio absoluto de los nuestros, con el Toledo muy bien cerrado defendiendo el resultado, despejando balones y sin dar dos pases seguidos, porque esa precisamente no es su virtud, pero solventando todos los aprietos en los que se encontraron como equipo rocoso que es. Aún así, tuvimos una, dos y tres, para haber cambiado el resultado final, pero no acertamos. Esto es una lección para instruirse, pues como se suele decir se debe aprender y mucho de las derrotas. Borrón y cuenta nueva.
Algo parecido puede aplicarse al partido del Juvenil B que terminó empatando y gracias en Gálvez, 3-3, donde estuvimos siempre por debajo en el marcador. Los goles los pusieron Álvaro, Carlos Zapero y Pablo Benito. El trabajo en un partido se hace desde abajo, el mejor ataque es una buena defensa para asegurar un buen resultado, y la mejor defensa es un buen ataque. No hay poemas hermosos sin desengaños, porque los trece goles de la primera jornada quizá nos confundieron para pensar que esto sería un camino de rosas. Y resulta que también encontramos espinas en el recorrido. Los nuestros nos dejaron buenas y malas vibraciones, goles en contra que siempre duelen y más en la forma en la que se producen, y goles a favor que nos demuestran que hay pólvora en el equipo si se sabe aprovechar. Como decíamos en el partido del juvenil mayor, la lección que podemos sacar de este partido es que cada semana, cada entrenamiento debe servir al jugador para ganarse el puesto y al entrenador para ponerlo. Un punto es bueno al fin y al cabo, y con eso debemos quedarnos. Y a seguir trabajando.