La importancia de los partidos no sólo se mide por todo lo que dan, sino por todo lo que quitan. A partir de esa consideración apuntaremos que este fin de semana hemos sentido más lo perdido que lo ganado.
Hemos perdido con el Juvenil Nacional estrepitosamente contra el Miguelturreño, marcador escandaloso, 7-2, porque antes de ponernos la equipación de juego para el partido, nos habíamos colocado debajo la de esta fiesta surrealista que nada tiene que ver con nosotros, Halloween, ya me diréis que pintamos los españoles en esa parafernalia americana. Bien, nos adaptamos a los tiempos y lo aceptamos, pero el problema surge porque el disfraz que se supone que te lo pones después de hacer tu trabajo y te vas a divertir, lo llevas en la cabeza desde que te levantas, pensando en lo bien que lo vas a pasar por la noche. Hay tiempo para todo, y está claro que algunos confundieron el orden de ponerse el mono de trabajo o el disfraz, sin duda.
Lo del Juvenil B ante el Toledo C fue una cosa más solidaria que otra cosa. Solidarios en la entrada al campo, donde nuestra Escuela siempre ha ayudado en la medida que ha podido a los necesitados, es como cuando sales del supermercado y ves a gente necesitada que te sonríen si les das un bote de garbanzos o cincuenta céntimos. Cobrar 5 euros de entrada para ver futbol base nosotros no lo necesitamos, otros sí, y nosotros somos solidarios como no puede ser de otra manera para ayudar a los pobres. El partido fue cosa de ellos, 2-1, que fueron mejores en general, que se levantaron después de recibir el primer golpe y que nos ganaron en actitud y en la pizarra y que fueron listos para guardar el disfraz de Halloween para después del partido. Lecciones de fútbol.
El Cadete A se encontró un escenario que al final le perjudicó. Un campo encharcado, un balón frenado por el agua constantemente, un juez que estaba más pendiente de su pelo que del balón, y unos asistentes que tenían la banda por donde se tenían que mover encharcada de agua, y estaban más pendientes de no mojarse las zapatillas que de donde estaba el balón. Perdimos 1-2, pero con cero a uno se nos anuló un gol por lo dicho anteriormente, asistente que levanta la bandera para decirle al árbitro que se está empapando los pies, y el colegiado que entiende que la bandera arriba es porque hay fuera de juego. Un árbitro que grita y amenaza a un niño de 15 años diciéndole que le va a expulsar si le vuelve a mirar mal, no es un árbitro, es lo que es. (Poner cada uno el calificativo que creáis que es justo). El mio es: Complejo de inferioridad.
Una victoria hubiese sido justa y habría dado sentido a la propuesta de ambos equipos. El Infantil A empató 0-0 con el Cuenca porque el fútbol no admite tonos grises. Dominas, llegas, golpeas el área cual martillo pilón, pero no llega el balón a la red. El día fue gris y se solidarizó también con los conquenses, que se llevaron un punto metido entre sus bocadillos, merecidos, después de un viaje largo y tortuoso por las lluvias. Nuestro equipo es más de lo que hemos visto ahora, es un conjunto con personalidad, carácter y calidad. Le falta ese músculo que tienen todos los equipos que tienen trece años y más frialdad y decisión en los balones divididos. Corregible.
Los dos partidos amistosos en Mora nos dejaron una victoria, del Infantil B, 0-2 después de un encuentro muy trabajado por los nuestros, que no dejaron en el juego ni en la imagen ningún asunto pendiente. Y la derrota del Alevín B que resistió el empuje de los morachos, mayores en el DNI y en el físico, dejando un resultado aseado, 2-1, que sin ser referencia de nada, sí arroja mucha luz sobre lo que este equipo puede lucir.
Solidaridad toledanos.