El deleite del fútbol para el aficionado es el intercambio de golpes, el apetito compartido, la ausencia de cuidado defensivo. Ese miedo que tienen los entrenadores a que esto se dé, el ida y vuelta que les dispara las pulsaciones. El Juvenil A dio un paso más, un partido menos, para conseguir su objetivo, llegar al oasis tras su travesía por el desierto, porque aniquiló al Guadalajara con tres pinceladas exquisitas en ataque y sostuvo su portería cuando los alcarreños se lanzaron al ataque desesperadamente para no quedar noqueadas sus opciones de ascenso directo. El resultado final 3-2 premió la eficacia y el sacrificio. La calidad de los tres goles de los naranjas es incuestionable, fueron tres trazos de finura mezclada con contundencia. En el minuto 14 Andrés Maganto recibió el balón de espaldas a la portería, amagó a un lado, salió por el otro y desde fuera del área mandó un rayo sin trueno a la escuadra izquierda de la portería morada. Siete minutos más tarde llegó el empate en un barullo en el área que fue de rebote en rebote entre muchas piernas. Pero los naranjas no bajaron los brazos y siguieron golpeando a base de fútbol la casa de su rival y a los 30 minutos Carlos Zapero, pichichi destacado de la categoría bailó con el balón en los pies dentro del área, giró, fintó y pegó un zapatazo a la red. De aquí al descanso los guadalajareños achicaron agua como pudieron, estaban desbordados y contemplaron en el último minuto del primer tiempo como Andrés Maganto de nuevo apareció en el otro lado al del primer gol, ajustó y niveló el rifle, apuntó y apretó el gatillo limpiando las telarañas de la escuadra de la portería. Este primer tiempo justificó cualquier error que hubo en el segundo, porque ya no fue lo mismo, el cansancio invadió las piernas de todos y el partido se fue consumiendo hasta el final. Otro gol del Guadalajara no le alcanzó para empatar, y tampoco hubiese sido justo, porque el color naranja pasó por encima del morado.
El Infantil A tuvo un partido incómodo contra el Elite Talavera porque los cerámicos pusieron muchas minas en campo de los nuestros, porque marcaron en el minuto 8 y construyeron un muro cerca de su área protegido por un nido de ametralladoras para defenderse. Pero nuestros chicos no se dejaron intimidar y siguieron su plan, acelerando la intensidad en el juego para empatar a siete del descanso gracias al gol de Nacho Rodríguez que se metió en el área rival desbordó hacia su lado bueno y soltó un latigazo que ni vio el portero talaverano. Tras la reanudación, a los 7 minutos, los de verde fluorescente se encontraron con nuestro segundo gol de Alonso Moreno que les noqueó unos minutos, pocos, porque cuatro después empataron de nuevo. Y otra vez a empezar para voltear de nuevo el resultado. El empuje y la ambición de este equipo obtuvo la recompensa merecida a diez minutos del final con otro gol de Nacho Rodríguez que dejó los puntos en casa, 3-2 final y el liderato de la liga más afianzado aún. Lo que queda hasta el final hay que sufrirlo y trabajarlo, todos querrán ganar al líder, y el líder también quiere ganarlo todo.
El Prebenjamín A va como una flecha hacia arriba. El gran trabajo hecho con estos pequeños está empezando a brotar, la temporada ha tenido una cuesta arriba que es difícil subir, enseñar a estos niños a jugar al fútbol es complicado, instruirles para competir es más complejo todavía. No lo puso fácil el PDM Toledo porque se pusieron por delante en el marcador haciendo la cuesta del partido más empinada. Pero aquí hay carácter, corazón luchador y los naranjas lograron empatar el partido gracias a su actitud, gracias al gol de Ibai Sánchez que prendió el apetito ganador del equipo. Después los dos goles de Enzo Gutiérrez cerraron el marcador final, 3-1 para llevar los puntos y el partido a la casa naranja. Antes de esto cabe destacar que con el empate a uno y en una acción de raza y protección de su casa, Dani Martínez sacó un balón en la línea de meta que a la postre fue determinante para la victoria. Ha llegado el tiempo del Prebenjamín A.