La semana fue tensa e intensa, la responsabilidad que caía sobre las espaldas de este equipo era enorme, el objetivo era permanecer en la Liga Nacional, el mundo estaba a sus pies, a un partido y dependiendo de sí mismos. Muchos obstáculos en el camino, pretemporada atípica. No era normal empezar a trabajar sin balón ni terreno de juego, la pandemia no nos permitió utilizar campo hasta casi un mes después de empezar a correr entre pinos. El comienzo de liga fue esperanzador, primer partido, primeros tres puntos haciendo un buen partido. Desde aquí hasta el final de la primera vuelta nos atropelló la desgracia y sus consecuencias, circunstancias ajenas al tema deportivo, una tormenta de nieve que nos obliga a entrenar en casa durante casi un mes, y después a disputar partidos sin entrenar.
Los resultados al término del primer tiempo de la liga, nos obligan a tomar una decisión peliaguda y triste, la cuerda siempre se rompe por el hilo más débil, y es casi obligado el cambio de dirección, una decisión arriesgada porque si el rumbo no se endereza la bomba estalla en nuestras manos y en los pies de los jugadores. Decisión dolorosa, porque prescindir de gente muy válida es arriesgar a que, si no sale todo bien, nos disparamos en el pie. Vaya desde aquí mi agradecimiento, mi mayor admiración a tres personas que también tienen su parte del éxito final, Oscar Martín, excelente entrenador, futbolero al cien por cien, a la cabeza desde luego, con sus fieles escuderos, Maxi y Jairo, buena gente, buenos conocedores del fútbol. Muchas gracias, amigos, esto también os pertenece, y os concede disponer de la puerta abierta de Odelot, para cuando queráis, porque podéis entrar sin llaves ni cerraduras que sortear.
El tercer tiempo de este partido lo ha ganado Odelot Toletum, la permanencia del equipo en Juvenil Nacional es gracias al esfuerzo de todos. La irrupción de Raúl González, que sustituyó a Oscar después muchas horas sin dormir, de pensar, ansiedad, dudas y miedos fue un dolor. La llegada del gallego a la dirección de un equipo, de unos jugadores a los que conocía perfectamente, generó también detractores dentro del club, pero la historia es la que es, nadie más que yo conocía al personaje. Al fin, una vez decidido, me tuve que acostumbrar a las supersticiones y a las meigas, a un tío que no puede ni ver el color amarillo, que detesta ser el centro de atención.
Muchas noches sin dormir, mucha ansiedad, muchas horas de dudas, hasta que ayer en la hora de la verdad, necesitados del triunfo para seguir en Liga Nacional, el Juvenil A consiguió la victoria, 3 – 1 ante el Manzanares, que no nos puso las cosas fáciles, pues a los tres minutos se adelantaron en el marcador con un golazo espectacular desde cerca de 40 metros, que tras dar en el poste se coló dentro. Casi sin darnos tiempo a sacudirnos del revolcón, abrir los ojos ante tal contratiempo, Sergio Suárez nos rescató cinco minutos después con su gol, el del empate, de jugador listo. Veinte minutos después, media hora de juego, apareció Rubén, trabajador incansable, pesadilla de centrales, para fabricarse él solito un gol de esos de yo me lo guiso, yo me lo como, pierna izquierda de guardia, por si a la derecha no le llega oportunidad. Fue el 2-1 y el cierre prácticamente de tanto miedo acumulado. De aquí hasta el final nuestro equipo controló, dominó y mandó hasta que un error en el área de los de azul, lo recogió ese jugador exquisito de tiralíneas en sus pies, Yago de nombre, para certificar la permanencia con su gol. Era el tercero que desató la locura en la grada y en el terreno de juego, era el zarpazo definitivo que aseguraba nuestro objetivo. Muchas gracias a todos por vuestro esfuerzo. Gracias Luis, gracias Alberto, gracias Ismael, gracias Mariano, y sacos y sacos de gracias para ti, Raúl. Descansad todos. Un abrazo cabrones!!!.