La reserva espiritual de este equipo rebosa fe y entusiasmo, constancia y perseverancia, nos referimos sí, al Juvenil A, que ayer demostró que corren y pelean hasta el final. El partido agonizaba y ya no les quedaban fuerzas casi, con las piernas cargadas de kilómetros, cuando apareció la cabeza, que en este caso fue capaz de alimentar al músculo para recuperar algo que habían conseguido en los primeros minutos, donde Carlos Zapero, artillero de profesión, se hizo hueco entre varios rivales para golpear dos veces, minuto 3 y minuto 5, dos a cero. En el minuto 86 Pablo Blanco, soldado muy fiable, recibió un balón en el ataque y se hizo hueco para armar la pierna y golpear al Puertollano con el gol definitivo, el 3-2 que dejo los tres puntos a quienes lo habían merecido. Antes de este gol, los puertollanenses llegaban con un empate a dos que desde luego buscaron con mucha insistencia hasta conseguirlo.
Pero vayamos al partido en sí y su desarrollo. Los nuestros salieron como en todos los partidos, buscando la victoria más necesaria que nunca, con carácter, intensidad y una actitud intachable, recibiendo el premio de dos goles en los primeros compases, como ya hemos apuntado antes. Es posible que aquí les faltara algo de pausa, tranquilidad para guardar su casa, conservar la pelota, pero la ansiedad de puntos que se habían dejado en el camino les hizo seguir buscando otro gol, cuando en una jugada de mala fortuna le cayó el balón al delantero rojiillo, ayer de verde, y encaró solo para acortar distancias. Solo iban 11 minutos. De aquí al final del primer tiempo hubo dominio alterno con llegadas al área más numerosas por nuestra parte. Dos disparos al palo y otra de Pablo que salió rozando dicho sitio deberían haber cerrado en encuentro.
En el segundo acto, empezamos igual que el primero, ejerciendo de dominador y sometiendo al rival cerca de su área, hasta que a partir del minuto 25 el juego entró en un intercambio de golpes, los más claros para nosotros pues Zapero tuvo dos en sus botas antes de que en el minuto 77 el equipo ciudarrealeño encontrase el empate en un auténtico episodio desgraciado, pues después después de una gran parada de Simón el baló fue rebote en rebote y de ahí al culo de uno de los verdes que dejó el balón sueltecito para que la empujara el rival. Este gol debería haber sido el 4-2 ó 5-2 pero la realidad es que era el empate a dos, con quince minutos mas o menos para curar la herida. Lo que pasó desde aquí al final, se lo hemos contado al principio. Enhorabuena chavales, tres días de descanso merecidos para cargar esa reserva y baterías.