También presentó buena cara hoy el Cadete A, aunque la suerte le fue esquiva durante demasiado tiempo. El DAV Benidorm aguantó hasta cinco minutos antes del pitido final, su portero sostuvo el cero a cero, pero el arreón final de los nuestros fue un huracán en una chabola, el viento y el agua entraban por todas las rendijas, hasta que Jacobo abrió el boquete y Alberto, delantero de guardia, hizo el socavón definitivo, 0-2, que nos lleva hasta la última jornada con todas las opciones de pasar ronda, por depender de nosotros mismos, mismamente.
Se acercó al resultado final 5-2, pero el físico el Ciudad de Benidorm se impuso a nuestro Infantil , que dio la cara, peleó, sudó, y resistió la desigualdad de centímetros y músculo hasta donde le llegaron las fuerzas. No bastó la entrega de los nuestros, que se dejaron el alma hasta el último aliento, y que superaron ni la estatura, ni la buena alimentación que da la brisa del mar de Benidorm a los locales. Pero vamos a seguir insistiendo apurando hasta la última esperanza.
No sabemos ruso, ni entendemos su idioma, pero sí vimos rápidamente que el Spartak de Novosibirks pegaba a todo lo que se movía. Llegaban con mucha facilidad a los tobillos de nuestro Alevin C porque el balón les quedaba lejos, muy lejos. El toque de los nuestros desquició a tanto chico del Este, que buscaban más patear donde estaba el color naranja, de cintura para arriba y para abajo. Donde golpeamos nosotros fue donde más duele, en el marcador, 1-7, y en el manejo del balón, donde estos rubios de cara blanca no llegaban. Último esfuerzo, chicos.
El Benjamin sufrió algo parecido a lo del Infantil, es decir, su diferencia desigual en centímetros de estatura, aunque los pases, los regates, y los controles los manejaban mejor nuestros nenes. Perdimos 3-1 al final. Durante muchos minutos nos acercamos en el marcador, apretamos a los valencianos, pero nos alejó definitivamente el arbitraje, muchas faltas ignoradas disimuladamente tras una actitud tan pasiva tan pasiva, que no le daba ni para echar una mano a cualquier niño caído en el césped por cualquier encontronazo. Una pena de “alma en pena”. Queda la última bala, que intentaremos aprovechar.
Más, y si puede ser mejor, mañana.