Pareció como si hubiese querido poner algo de emoción al partido, principalmente porque no es normal que en un encuentro así tan lleno de emociones, el Bargas nos congelara a todos con tres goles en pocos minutos que dejaba noqueado casi, al Alevin B, que disputaba los octavos de final de la Copa Diputación. El primer tiempo y sobre todo los primeros minutos fue un mal rato, porque mientras los nuestros se desperezaban su rival voló y aprovechó esos minutos de distracción y bostezos para poner tierra por medio en el marcador. Sin aspavientos ni gestos para la galería, Mario Alonso, entrenador grande, cogió la partitura y la batuta y se puso a ordenar el desorden. La música cambió de ritmo y se hizo con la orquesta, hasta que en el minuto 27, Lucas Lancha acortó distancias con su gol. De aquí al descanso se vio otra cosa, se vislumbraba un cambio importante en el concierto.
Tras el descanso y hasta el final la melodía sonó a naranja, a canción de rock & roll más que clásica, y el equipo jugó al fútbol con exquisitez, con esa solvencia que nos devolvió la esperanza. El trabajo semanal de estos chicos se plasmó con el segundo gol de Dani Marín que hizo que los bargueños sintieran una respiración cercana en sus oídos. El empate llegó poco después, vía Gonzalo López y ahí las piernas de los de rojos empezaron a temblar y su energía a flaquear. Los naranjas ya sabían que la eliminatoria estaba en sus manos si no volvían a sestear, y no lo hicieron porque la remontada la alcanzaron con el gol de Iván Arribas que volteaba el marcador para poner ventaja para Odelot, cuatro a tres. Lejos de conservar resultado, nadar y guardar la ropa, los chicos del Alevin B decidieron que había que poner la guinda a la actuación y coger el pasaporte a los cuartos de final. En el descuento otra vez Lukitas tras una falta lanzada magistralmente a la escuadra, cerró el marcador, 3-5, segundos antes del pitido final. Próxima parada, las semis contra un excelente equipo, el Élite Talavera, hueso duro de roer. Jugaremos