Su triunfo final en el Mundialito de Yeles, clasificatorio para la Fase Final, donde ya tendremos al Villarreal, Valencia, Oporto, Milan etc.., significó la prevalencia futbolística, la confirmación de una superioridad que fue física y hasta filosófica. El Benjamín A encontró el equilibrio necesario para sumar técnica y fuerza, logrando el ajuste colectivo desde las excelentes individualidades que posee. Adarve en semifinales, 2-3, y Villaverde en la Final, 0-2, las últimas víctimas.
Toda la familia en la grada, videos grabando y poco fútbol. El Cadete A ganó al Toledo en intensidad general, y en carácter particular, en un partido sin posiciones intermedias ni premeditadas. El 2-1 final premió a los que quisieron apretar, los nuestros, que ni con el empate provisional aflojaron. Huyamos de cualquier tópico, ésta victoria no vale tres puntos, que también, pero son cuatro los reales, tres del resultado y uno del “gol average”.
Fue una borrachera de buen fútbol, la del Juvenil, triangulaciones que levantaban los olés del público, para resolver a los pocos minutos el encuentro. A esas alturas el equipo naranja/negro/negro/naranja, ya era ovacionado en cada requiebro, cada control, cada pase. Justo es reconocer también la valentía del Cobeja que no renunció a jugar de tú a tú, aunque les costara caro, 8-0, el resultado. Los chicos de Alberto aún así, guardaron su abrigo de pieles para cuando haga más frío.
El Alevín A también venció su partido, 2-7, al Torpedo 66, afianzado su liderato y tocando esa música hipnótica que hace bailar a los rivales, y a las serpientes si las hubiera, y que confunde a los contrarios hasta no hacerles distinguir entre un poni y un “poli”, más allá de la estética de cada uno de ellos.
Cuestión de Física y Filosofía.