El partido del Cadete B ante el Quintanar fue un ejercicio de fútbol del bueno, de ese que te levanta del asiento, aunque estés helado y no quieras mover ningún músculo, el mismo que te saca las manos de los bolsillos para aplaudir aun sabiendo que corres el riesgo de que se te queden heladas. Mereció la pena levantarse y aplaudir, sin duda. Este equipo no es líder, ni está invicto, pero puede presumir de haber tumbado a equipos con mucho más físico que ellos, pesos medios que noquean a pesos pesados. Con el corazón intacto a pesar de la goleada pasada, ante el que será posiblemente el campeón, arrancó el encuentro con la ferocidad que llevan en su sangre, atacando y mordiendo, algo que los rivales tal vez no esperaban ni sospechaban, arrollando con un juego adornado envuelto en velocidad y toque exquisito. El contrario en día soleado se encontró con un aguacero tormentoso del que no pudo protegerse, porque si bien en el primer tiempo firmó un dos a cero que les pareció correcto, en el segundo el temporal les empapó en forma de goles, de tal manera que se les hizo el partido tan largo como puede ser una etapa de ciclismo subiendo un puerto de primera categoría para el que monta por primera vez en bicicleta, un suplicio e impotencia.
Explícito el resultado final, 9-0, tantos que se repartieron Nicolás (3), Tito, Diego, Carlos González, Arriscado, Raúl y Gonzalo, eso sí, con la colaboración interesada del resto del equipo, que convirtieron el partido junto a estos en una avalancha terrorífica para los que les tuvieron que sufrir. No hay que sacar pecho con estos triunfos desde luego, pero sí es meritorio destacar aun siendo el equipo más joven de esta liga, el que tiene más desventaja en edad y físico, pero justo apuntar que posiblemente somos uno de los que más calidad tiene en el conjunto de las botas de todos nuestros chicos.
La estadística ofrecida por las diferentes páginas web de nuestra comunidad desigual y pluriregional nos vuelve a decir que se pitaron cincuenta y ocho penaltis, ninguno nos cayó a favor y los hubo, casualidad, y se anularon, a nosotros nos volvió a tocar, ocho goles por fuera de juego inexistentes, sin el Bar, en el que sí vimos a algunos de los que los invalidaron pocas horas antes, eso sí, sin monitores de televisión y algo despeinados aunque no hacía aire. Si hace falta recibiros encendiendo incienso y velas fragantes cual obispo que nos visite, lo haremos, e incluso haremos sonar música relajante si es necesario, suave, eso sí, para no bombardear más esas cabezas castigadas que nos piden que apaguemos las luces porque molestan. Juvenil A, 0-2, Argés, y al del pito pito gorgorito le deseamos mucho amor y paz para que su levitación sea menos dolorosa, y espejo peluquero incluído para que ese flequillo le deje ver algo más allá de su propia nariz.